sábado, 30 de mayo de 2015

Más que libros, más que imagenes. Luciano Nis



                                             MÁS QUE LIBROS, MÁS QUE IMAGENES.

Desde que George Mélies en 1902 presentó la primer película basada en un libro “De la tierra a la luna” basada en la obra de Julio Verne “From the Earth to the Moon”  se planteó una repetida disputa, ¿Qué es mejor, el libro o la película? Si bien qué es lo mejor muchas veces pretende una opinión personal hay distintos factores los cuales hacen que el espectador o lector interprete la historia de distinta manera, en el caso de “El lector” por más que tanto el libro y la película cuentan la misma historia, la forma de contarla cambia.
 Durante el libro, el protagonista, Michael presenta la historia siendo el narrador de la misma explicando los hechos que suceden como parte del pasado desde su lugar en el presente de una forma lineal, de la misma manera el leyente ve la historia a partir de lo que cuenta el narrador pudiendo expresar sentimientos internos  de él mismo durante los sucesos de la historia, pero no permite una mirada omnisciente de los demás personajes por lo que uno no entiende por qué los personaje realizan determinadas acciones, un ejemplo es el personaje de Hanna el cual hasta el momento del juicio Michael no sabe que es analfabeta y por ende el lector tampoco.
En el caso de la película la historia comienza en el presente donde Michael ya es un hombre adulto y a partir de flashbacks se va contando el pasado de la historia de forma no lineal, otro de los cambios es que la película logra escenificar y hacer entender al espectador como se ve desde otro punto de vista más personal el impacto que causa Hannah sobre la vida de Michael y como lo ven los demás personajes al protagonista en su aislamiento emocional, también se puede interpretar el analfabetismo de Hanna antes de que se explique en la película y por esto se llega a tener un mayor cariño con este personaje al punto de “entender” porque se une a la SS y luego ver, expresado por la actriz que lo interpreta, el arrepentimiento de sus hechos y la vergüenza que le da su analfabetismo.
Más allá de los gustos personales, debemos disfrutar y abrirnos a distintas formas de contar de contar una historia, porque al final contar una historia es arte, arte del cual podemos disfrutar, sentir y aprender.                           

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