Inconsciente
Con los ojos abiertos pero soñando, así vivía él,
disfrutando de cada paso cerca del riel, apreciando sonrisas dulces como la
miel, tenía todo aunque no lo tocara con su piel. Las paredes pintadas lo
dejaban fuera de foco, un poco loco, pero solo un poco, conocía extremos y
gracias a eso encontró el equilibrio que muchos buscan y encuentran pocos, un
zángano, despistado pero feliz, acompañado de una familia que colorea hasta el
peor día gris.
A este hombre Yami y Yoko lo acompañaban a todos lados, esté
donde esté, iban a estar, pero nadie las podía ver ni tocar. No eran personas,
tampoco ilusiones, jugaban con sus sentimientos y contradicciones.
Comienza un nuevo día en Buenos Aires, el se levanta,
desayuna y va a la escuela contento de que ahí están todos sus amigos, aquellos
que le alegran todas las sufridas mañanas de madrugar. Dentro de su grupo de
amigos se encuentra 2, uno de los que más confianza tiene y no solo son compañeros
si no hermanos.
A la salida de clases se reúnen él y 2 con 3, 4 y 5, estos
últimos tres venían planeando probar una nueva droga la cual según decían los
jóvenes era espectacular. Allí es donde aparecen Yami y Yoko, una insistiendo
que lo haga y que disfrute su juventud y otra pidiéndole que piense y que no se
deje llevar. Cualquier decisión para él era un conflicto, pero tenía una forma
de resolverlo, en su mochila siempre llevaba un vaso y al momento de escuchar a
las dos lo apoyaba en su oreja y la voz que retumbara mas fuerte iba a ser la
que gane, casi siempre era la de Yami.
Por mucho tiempo el siguió las decisiones de Yami, las
cuales no eran las mejores, este hombre escuchó y escuchó y escuchó a través de
su vaso hasta que el eco de Yoko ya no se oyera, a él le parecía raro haber
perdido su inocencia inconscientemente y comenzó a replantearse las cosas que él
hacía, lo que perdió por tomar malas decisiones. Lo primero fue su familia de
la cual se aisló, de pasar de teñir los días grises pasaron a no poder ni
intentarlo ya que los alejaba, su poca locura comenzó a ser un delirio
constante, confundiendo la realidad con cualquier otra cosa, lo molestaba pero continuaba
con su vida, apagaba la luz y seguía en esa oscuridad tan mala pero tan
adictiva.
Un 18 de Junio por la noche, recostado en su cama mientras
dibujaba, Yami y Yoko peleaban por adueñarse de él, no lo soportó y rompió su
vaso, en aquel instante comenzó el descontrol, sus neuronas pedían una pausa y
su corazón una razón, el sabia la causa y escuchando una canción volvió a
acercarse a su familia por un poco de compasión.
Estaba tan acompañado que se sentía solo, como dije conocía
ambos extremos pero esta vez estaba perdido en uno de los polos.
Mágicamente y de un día para otro como tantos le dijeron,
todo se alivió, el descontrol mental terminó, su cráneo ideas perturbadas
eliminó, todo no era tan malo pensó y la mierda bloqueó.
Hoy es feliz como este cuento empezó, y así seguimos
viviendo mi inconsciente y yo.
Francisco: la idea disparadora es común pero podría sorprender el modo en que se la cuente; sin embargo, no cierra tal como la escribís pues hay incoherencias en la historia que la deslucen y distancian al lector de cualquier posibilidad de conmoverse con lo que le sucede al protagonista. No se entiende cuanto tiempo pasa; confunde que primero es adolescente y después se lo llama hombre. La mezcla de tiempos verbales es caótica y colabora con la confusión. Inverosímil la facilidad con que se resuelve el problema del personaje.
ResponderEliminar¿Cómo interviene tu imaginación en la elaboración de esta historia? ¿Cuál es la transformación de la realidad que te propusiste al escribirla? ¿Cuál es el valor literario?
Omitir las rimas ya que estás escribiendo prosa. Molestan, distraen y son inadecuadas para este texto.
Rever uso de puntuación, construcción de párrafos y oraciones; tiempos verbales, vocabulario -escaso y repetitivo-, conectores lógicos y ortografía.
Nota: 5