martes, 19 de abril de 2016

Producto de una fusión de culturas - Bianca Gómez Ares



Bianca Gómez Ares, ambos apellidos españoles. Nací y crecí sabiendo que si bien soy argentina, ante los ojos de los españoles soy gallega. Sabiendo que portaba doble nacionalidad. No me había puesto a pensar en la complejidad que representaba esto, hasta que leí “Todos los gatos son pardos”.
Fue mi bisabuelo quien decidió un día de 1948, huir de su país natal que se encontraba en medio de la destrucción, innumerables muertes e injusticias, pobreza y el hambre. Así que tomó el primer barco que pudo costear con destino a la ciudad porteña y partió junto con su mujer Aurora Rilo Rey, su hijo y sus nueve hermanos. Una vez que arribaron, se instalaron en una casa chorizo la cual contaba con una única habitación y un baño en el patio. Con optimismo y ganas aunque con escaso conocimiento ya que ninguno tenía estudios, salieron a ganarse la vida. Hombres en fábricas de planchas y otros artefactos mientras que la única mujer hasta entonces, reparando medias.
Con el tiempo y muy paulatinamente, fueron mejorando su calidad de vida hasta lograr darle estudios al antes mencionado niño, mi abuelo José Luis.
Al cabo de un tiempo en el secundario, él conoce a Julia y se enamoran dando fruto así a Karina Ares, mi mamá. En varias ocasiones, mi abuela contó que tenía casi prohibido decir que estaba de novia con un gallego debido a que la rivalidad entre ambos países ya era visible.
Mi mamá vivía junto a sus padres y abuelos, por lo que tiene varios recuerdos y adoptó varias tradiciones de España. Todos los fines de semana, por ejemplo, se juntaban para hacer picnic con las comidas típicas como empanadas gallegas, jamón cocido y tortilla y luego, cuando caía el sol pasaban horas bailando La Jota mientras mi bisabuela cantaba.
Hasta el día de hoy, tengo el placer de seguir conviviendo con algunas de estas personas que recrean su cultura que por herencia también es la mía aunque sea unos minutos, desde lo musical y el baile hasta las comidas.
Por este motivo, creo que mis bisabuelos son ejemplo de cómo debería verse la mestización.
No como algo forzoso, ni vergonzoso al poseer hábitos de otros países.. sino, el llegar a un lugar con la predisposición de adaptarse y conocer una nueva cultura sin perder de vista la de nuestras raíces.
Por ellos y por toda mi familia, estoy orgullosa de poseer los mismos derechos en ambas naciones. 


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