Bianca Gómez
Ares, ambos apellidos españoles. Nací y crecí sabiendo que si bien soy
argentina, ante los ojos de los españoles soy gallega. Sabiendo que portaba
doble nacionalidad. No me había puesto a pensar en la complejidad que
representaba esto, hasta que leí “Todos los gatos son pardos”.
Fue mi
bisabuelo quien decidió un día de 1948, huir de su país natal que se encontraba
en medio de la destrucción, innumerables muertes e injusticias, pobreza y el
hambre. Así que tomó el primer barco que pudo costear con destino a la ciudad
porteña y partió junto con su mujer Aurora Rilo Rey, su hijo y sus nueve
hermanos. Una vez que arribaron, se instalaron en una casa chorizo la cual
contaba con una única habitación y un baño en el patio. Con optimismo y ganas
aunque con escaso conocimiento ya que ninguno tenía estudios, salieron a
ganarse la vida. Hombres en fábricas de planchas y otros artefactos mientras que
la única mujer hasta entonces, reparando medias.
Con el
tiempo y muy paulatinamente, fueron mejorando su calidad de vida hasta lograr
darle estudios al antes mencionado niño, mi abuelo José Luis.
Al cabo de
un tiempo en el secundario, él conoce a Julia y se enamoran dando fruto así a
Karina Ares, mi mamá. En varias ocasiones, mi abuela contó que tenía casi prohibido
decir que estaba de novia con un gallego debido a que la rivalidad entre ambos países ya era visible.
Mi mamá vivía
junto a sus padres y abuelos, por lo que tiene varios recuerdos y adoptó varias
tradiciones de España. Todos los fines de semana, por ejemplo, se juntaban para
hacer picnic con las comidas típicas como empanadas gallegas, jamón cocido y tortilla
y luego, cuando caía el sol pasaban horas bailando La Jota mientras mi
bisabuela cantaba.
Hasta el día
de hoy, tengo el placer de seguir conviviendo con algunas de estas personas que
recrean su cultura que por herencia también es la mía aunque sea unos minutos,
desde lo musical y el baile hasta las comidas.
Por este
motivo, creo que mis bisabuelos son ejemplo de cómo debería verse la mestización.
No como
algo forzoso, ni vergonzoso al poseer hábitos de otros países.. sino, el llegar
a un lugar con la predisposición de adaptarse y conocer una nueva cultura sin
perder de vista la de nuestras raíces.
Por ellos y
por toda mi familia, estoy orgullosa de poseer los mismos derechos en ambas naciones.
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