viernes, 10 de julio de 2015

Camino Entre Dos Mundos- Tobias Casazza, Ramiro Preckel, Fransisco Gamond, Luciano D'allessandro

  Camino entre dos mundos
    Cada segundo es una eternidad, aquí el frio quema mas allá de mi armadura. En este desierto de azufre no puedo sentir el calor del sol, sino que el frio que este irradia lo siento llegar hasta mis huesos. A lo lejos alcanzo a ver un hombre, viejo y encorvado, nunca vi su rostro pero estoy seguro de quien es. En este momento estoy llegando al final de mi viaje; es extraño, nunca en mi vida me sentí tan vacio por dentro. Mientras camino hacia él, me aferro a lo único que me queda: el recuerdo de cómo comenzó mi viaje.
    Luego de las Guerras Desérticas me gane el reconocimiento de Tupac-Dux, el líder del pueblo. Mi gente me tenía mucho respeto y admiración, pero no recuerdo mucho de aquellas épocas.
    Mi pueblo sufría por una gran sequía, las reservas de agua eran escasas y la agonía atacaba a tal punto que se perdía la noción y el recuerdo del tiempo  que había pasado desde las últimas lluvias. La desesperación corrompió a los más débiles, al punto de traicionar a los que más amaron por sobrevivir. La muerte recorría las calles con la misma simpleza que alguna vez lo hizo la vida.
    Mi madre y mi padre partieron de este mundo hace mucho tiempo, los dos en las Guerras Desérticas. Ella, dirigiendo el grupo de soldados que protegían al cacique, no logró salvarlo y las defensas cayeron. Y él, liderando un ataque a las bases enemigas. Puedo llegar a recordar  que nuestra última charla fue sobre las tácticas de combate que usaríamos en aquella batalla.
    Si bien había una falta de recursos, gracias a mi esfuerzo y el de mi esposa, manteníamos  felizmente nuestra familia. Todo cambió cuando llegaron los Ladrones de Aguas. Atacaron a mi hija, su madre logró defenderla, pero las heridas de la pelea trajeron infecciones. Una semana después la enterré, era la persona con la que pase mis recuerdos más felices y en la que mas confiaba y no logré salvarla. Mi hija enfermo gravemente semanas más tarde y los últimos rastros de esperanza empezaban a desvanecerse.
    En ese momento recordé una de las leyendas más antiguas y famosas de mi nación, La Fruta Somniatis. Aquel que sea merecedor de este privilegio, demostrando su valentía, fortaleza y pureza, la encontraría y al comerla se cumpliría su mayor deseo. Pero nadie ha vivido para contar haberla comido.
    En ese momento tan desesperante este mito era mi última esperanza. Me daba pena dejar a mi último ser amado, pero más tristeza me daba saber que sucedería si no emprendía mi viaje. Tras una dura despedida, salí de mi pueblo en busca del fruto de los sueños, me genera pena saber que lo único que le quedará a mi hija de mí, será un recuerdo.
    Estuve semanas y semanas buscando este fruto bajo el agobiante sol que ahora anhelo y en el interminable desierto. Mis provisiones se estaban acabando, podría haber vuelto a reponerlas, pero eso era despedir la última gota de fe que me quedaba. Así que seguí en mi búsqueda. Mi último almuerzo fue una semilla, estaba agonizando y mi debilidad  fue creciendo hasta quedar inconsciente.
    Desperté en este lugar que nunca conocí. Me encuentro caminando con pasos largos, lentos y pesados hacia el fin de mi camino: un viejo, cuyo rostro nunca vi pero extrañamente conozco. Al llegar a su lado noto que me estaba esperando. Me mira con una mirada fría y tranquila y comienza a hablar con una voz suave e imponente.
   -Si te encuentras aquí, es porque lo tienes merecido. Nos encontramos en un lugar ubicado entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Y en este momento es cuando te toca tomar una decisión.- Y saca una fruta del bolsillo de su túnica larga y vieja, nunca vi un fruto así, pero estoy seguro de cuál es. –Esto es por lo que viajaste y lo que buscaste hasta quedar inconsciente al borde de la muerte. Los dos sabemos que es y cuál es tu mayor deseo…-. Hace una pausa.
   Tengo la certeza de que mi deseo más preciado es que mi hija tenga una vida sana y llena de alegrías.
Sigue –Tu hija está a solo días de fallecer, es posible cumplir tu deseo, pero para otorgar una vida es necesario quitar otra. Si comes el Somniatis tu sueño se cumplirá, tu viaje termina aquí y no volverás al mundo de los vivos, en cambio, si no lo haces vivirás el resto de tu vida, pero estarás en el mismo lugar en el que comenzaste este viaje.-
Aquí entendí, mi destino siempre fue morir ya que no estoy asustado de la decisión que voy a tomar. Sin dudarlo agarro el fruto, lo miro tranquilamente estando seguro de lo que voy a hacer y le doy un mordisco.

Es en este momento que miles de sensaciones y sentimientos pasan por mi cuerpo, comienza un escalofrío de arriba a abajo por mi espalda que crece hasta convertirse en una sensación indescriptible que nunca sentí. Todos los sucesos que no lograba recordar me pasan por la cabeza tan claros como cuando los viví en un segundo. De apoco ese vacío que sentí al llegar aquí se va llenando. Me siento más frío que nunca y mi cuerpo se debilita cada vez más. Es extraño que mientras caigo al suelo por no poder mantenerme de pie, me siento más fuerte que nunca. Es posible que sea el último contacto con este mundo. Parto feliz y tranquilo, mi deseo más amado se llevara a cabo.

lunes, 6 de julio de 2015

Lo fantástico de leer a Cortázar

Tarea grupal:

  • Armar equipos de dos o tres integrantes.
  • A partir  de los cuentos leídos en clase, elaborar un mural que incluya texto, imágenes, música. El objetivo del mural es lograr una síntesis de las ideas trabajadas que consideren más relevantes: lo fantástico, la ambigüedad, la vacilación del lector, las voces, los personajes,,, Diseñar el muro a partir de la técnica del collage.

  • Utilizar alguno de estos recursos:

Publicar en el blog el 17 de julio.

Tarea individual:

  • Cortázar y yo: para esta actividad, vas a contar cómo fue/ es tu propia experiencia de leer a Cortázar y la vas a grabar usando el programa AUDACITY, que está  en las netbooks. Podés incluir la lectura de fragmentos de los relatos.Subir el archivo de voz al blog etiquetado "Cortázar y (aquí poné tu nombre y apellido). 
Publicar en el blog el 15 de julio.


El robo del viejo rey - Camila Da Silva, Martina Gornicki, Gonzalo Carpinelli, Matias Carballo

Esta historia transcurre en el año 1723, en las lejanías de arabia donde acababa de desatarse una increible batalla. Los guerreros italianos yacían muertos en el campo menos uno, Eros, el capitán de su ejercito durante muchos años. Tras la emboscada que habían preparado los árabes, terminó vagando solo por el desierto semanas, viviendo únicamente de insectos y animales que allí pertenecían. Luego de un par de semanas caminando por aquel árido, seco y caluroso desierto, Eros se echo a morir. En su lecho, vio a la distancia un hombre de aproximadamente ochenta años de edad muy misterioso que se le acercó y le ofreció una pequeña fruta. El capitán no dudo en comerla y antes de tragar el último bocado se encontró con un pequeño anillo de cobre que se hallaba dentro de ella...
-Encontré esto señor, le pertenece?- Le preguntó al anciano
- Si es completamente mio, muchas gracias! No se como pudo acabar allí...- Dijo el señor con voz confiada.
Con las pocas fuerzas que le quedaban le prometió volver y acabar con la terrible batalla. Tuvo la brillante idea de hacer un camino con las semillas de aquella fruta para después poder regresar y ayudar al señor que le había salvado la vida.
Caminó días hasta encontrar el castillo de la reina Casua, la cual había declarado la batalla.
Al lograr entrar a ese enorme castillo rojo, lleno de cocodrilos alrededor y caballeros con armadura suplicó hablar con la reina. Al verla, quedó completamente impresionado por la belleza de aquella mujer morena de ojos café.
- Majestad, mi nombre es Eros. Capitán del ejército del norte de Roma, le suplico por favor terminar con la batalla, nos rendimos.
La reina al ver al hombre, también quedo completamente anonadada
- Eros? he oído hablar de usted, lamento comunicarle que hasta que no devuelvan mi anillo esta batalla no se termina.
El capitán recordó las palabras del anciano y le preguntó como era ese anillo
-No le interesa como es, lo quiero devuelta y si no acabaré con cada italiano. Hombre, mujer y niño.
-Si encuentro su anillo, terminará con esto y se casará conmigo- Le dijo Eros completamente confiado
-Me casaré con el que encuentre mi anillo y eso es lo ultimo que diré.
Eros bien parado se retiró del castillo a buscar a ese viejo ladrón. Gracias al recorrido que había dejado, regresó al lugar donde había visto al hombre, pero este ya no estaba. Por el contrario encontró una carta la cual decía:
"Supongo que volvió por mi capitán de Italia, no podrá creerlo pero yo soy el padre de la reina y lamento informarle que sí, robé el anillo. El anillo que yo le había regalado a su madre antes de que muriese cuando Casua solo tenia tres años de edad. No lo devolveré bajo ninguna circunstancia y menos a esa maldita y desagradecida niña que me expulsó del reino. Pero a cambio, le dejo esta carta para que le explique que usted no tiene que ver con esto y le de fin a esta innecesaria batalla. Mucha suerte. El viejo rey"
Eros, terriblemente confundido por lo que había leído, le hizo caso al viejo rey y volvió al castillo. La reina leyó la carta de su padre y enfurecida y confundida declaró la batalla como terminada.
- No encontré el anillo majestad, pero aun así se casará conmigo?- Le preguntó sutilmente el capitán.
- Por supuesto que no señor, está muy confundido si piensa que con esos ojos azules, su voz seductora y su forma de mirar va a hacer que yo, la reina de Arabia me case con usted. Por supuesto que no, no y no- Dijo la mujer muy confundida
- Quiere casarse conmigo Casua?- Volvió a preguntar
Ella no respondió y sin pensarlo dos veces, se lanzó a los brazos de Eros con los ojos llenos de lagrimas las cuales transmitían falta de amor...

domingo, 5 de julio de 2015

El Verdadero Anhelo.- Iara Morgenstein, Alejandra Figoli, Liz Cuba.

   El verdadero anhelo

La conciencia me está matando, los hechos de aquella noche retumban en mi cabeza como el parche de los tambores los días del ritual a nuestro Dios Ra.

La noche caía sobre Antinopolis, cada hombre cenaba junto a su familia tras un arduo día de caza. Yo volvía de mi largo viaje de comercio, divisé mi casa a unos metros y logré ver a un hombre saliendo de ella. Enfurecido, imaginando lo peor, corrí la distancia que me separaba de mi hogar y muerto de celos decidí poner fin a la vida de mi infiel amada. Cuando la nube de rabia se dispersó, me di cuenta de lo que había hecho, allí estaba, tendida en el suelo, con una mancha de sangre a su alrededor.

Hace dos días me encuentro, solo, perdido en el desierto, sin alimento ni otro recurso para sobrevivir. En busca de alguna migaja con la cual alimentarme revisé entre mis bolsillos y encontré esa semilla que horas después me proporcionaría mis añoranzas.

Divisé un puesto de jugosas frutas atendido por un señor muy particular, me acerqué para comerciar con los productos que ofrecía y luego de una larga conversación no pude convencerlo de que me diera más de un solo fruto porque decía que valían más de lo que yo creía. Al mismo tiempo me aclaró: “Si quieres solucionar tus problemas planta las semillas de esta fruta y se cumplirá lo que realmente deseas”. No le creí una palabra de su delirio por lo que sólo me comí la baya y guarde su carozo en mi pantalón.

Esta es mi última esperanza de que lo imposible suceda, hice un hoyo en la arena y la planté. Luego de lo que pareció una eternidad, creció un pequeño y colorido árbol. La baya me engañó, éste no era realmente mi deseo, me enfurecí y seguí mi camino hacia mi destino.

Luego de varios días llegué a una desconocida ciudad y reconocí en la entrada unas hojas verdes que me resultaban familiares. Recordé que eran las mismas que tenía aquel ejemplar que había plantado en el desierto. Me acerqué, y debajo se encontraba mi verdadero anhelo, esperándome con un bello vestido de seda y  los brazos abiertos.

sábado, 4 de julio de 2015

Germinal - Bianca Gómez Ares, Julieta Bonino, Luciana Seco y Antonella Morales

                                       
Didacus nació en Esparta, una ciudad de Grecia caracterizada por poseer los mejores guerreros. Desde muy pequeño mostraba gran fuerza, resistencia y tenacidad, pero a diferencia de su hermano menor, fue rechazado por los militares y lo despojaron de su hogar por oponerse a la terrible catástrofe que estaba por ocurrir. Los pueblos más pobres, cayeron unos tras otro ante las tácticas brutales y despiadadas que aplicaron los combatientes reales.
 Ahora, se encuentra sentado sobre las ruinas recordando el largo camino que tuvo que
transitar para llegar a ese lugar.   
  La guerra había llegado a su fin. Tras la derrota, Didacus  se encontraba desolado,  sin saber que luego, la esperanza se iba a interponer en su camino. Comenzó a caminar a paso firme y a lo lejos percibió una silueta,  la cual metros más adelante, estaba a su lado. Se trataba de un anciano, quien era reconocido como sabio en aquella ciudad. Se encontraba solo, con una vasija a sus pies, de la cual sacó un fruto y extendiendo su mano, se lo entregó a Didacus, lo tomó y escuchó con atención al sapiente. Este, le explicó cómo funciona y le dió las indicaciones para que logre utilizarlo, ya que no era una fruta cualquiera, sino una muy especial . Sorprendido, el guerrero le agradeció y emprendió camino nuevamente.
Luego de caminar un largo tramo, comenzó a presentar síntomas de cansancio. Observó casi con desesperación el fruto y le dió el primer mordisco. Retiró una semilla de su boca y al dejarla caer, algo alucinante sucedió. Se desataron fuertes temblores y con ellos, una gran capa de polvo que dificultó la vista de Didacus.  Luego de cada paso que daba, arrojaba una de ellas al suelo, las cuales se convertian en viviendas. Y así, aquel día comenzó el cambio. Lo que antes era penumbra, se convirtió en una pequeña y acogedora ciudad, la cual con esfuerzo y dedicación Didacus continuó mejorando hasta que llegó a ser la localidad más desarrollada de la época.