viernes, 20 de noviembre de 2015

Microrrelatos- Alejo Pérgola



                                                       Análisis aterrador.
Ana analizó animales acuáticos aterrorizados anteriormente ante amplio aguacero.
                                                       Persecución
Luego de correr durante horas el ratón se dio cuenta que estaba en una ciudad donde los edificios y propagandas abundaban, las moradas, en extinción.
                                                       Viaje en caída libre.
 Anabela busco cargar distintas encomiendas frágiles garantizando hacerlo inmediatamente jineteando kilómetros linealmente. Mientras nadie opinaba, paró, quitó rápidamente su tabardo. Un violento Weimar yacía zafío.
                                                    Lento, suave, letal.
 Fueron todos a cenar, su plato estaba lleno pero él no llegaba, cuando lo fueron a buscar no lo encontraron por ninguna parte; y al volver encontraron su plato vacío y el niño muerto.
                                                      Tierra y Cielo.
A medida que pasaba el tiempo empezaba a entender lo que me esperaba. Terminé por conocerla en una esquina del centro. Al principio resultaba difícil de creer, pero yo entendía bien hace tiempo que andaba sin buscarla, aun sabiendo que andaba para encontrarla.
                                                       Eternidad.
Nunca terminó de entender cómo pudo preocuparle tanto no haber tenido noticias suyas.
                                                       Corta Felicidad.
 Se vende cuna con un mes de uso.
                                                 Reacción instantánea.
Luego de un baldazo de agua fría pude despertar y reaccionar frente a la situación.
                                                        Odisea.
Ajustaron sus cinturones, prepararon los paneles, comprobaron los niveles de aire, presión y temperatura, bajaron las palancas: un nuevo viaje interestelar los esperaba.
                                                     Amor Propio.
Es importante disponer de una cuota de narcisismo. Uno debe mantener una distancia superior al medio metro y clavar la mirada en sus propios ojos, la cabeza, en todo momento quieta. Desde ahí, la visión debe circundar dicha zona, extendiéndose al nacimiento del cabello (en caso que lo haya) y hasta la punta de la nariz. Casi como un reflejo, la vista volverá a las pupilas y la oscilación de los ojos se hará más amplia y alcanza la cabeza y la pera, recorriendo el intersticio que las separa. Ahora, tomando como centro la nariz, dar por primera vez un desplazamiento meridional entre las orejas que culmine con un mareo general de los rasgos faciales. Finalmente, se da un equilibro nuevamente en los globos oculares y se encuentra la estabilidad. Alejarse del espejo hasta dar con la puerta y mirar adelante.

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